sábado, 16 de enero de 2016

Capítulo 1 - DESPIERTA EM

“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio a todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin.”

Mateo 24:14



9:00 de la mañana de un día de Agosto. Me desperté después que mi celular sonó por tercera vez. Al mirar al otro lado de la cama, me di cuenta que mi esposo Tom no estaba, quizás se habían ido a trabajar.

Él es militar, hace un mes llegó de una misión en el extranjero, fueron momentos muy difíciles en mi vida, creo que aún tengo ese dolor que me acompaña. No tenerlo en el momento que más lo necesitaba me costó mucho. Todavía no lo perdono, sé que era bueno para él alejarse de la casa, de la situación y de mí, pero aún así siento que me abandonó.

Incluso después de su llegada pasó mucho tiempo fuera, acudiendo a los llamados respecto a los disturbios que se estaban generando.
Últimamente se dedicaba a detener personas violentas y saqueadores.
Cuando llegaba a casa se pasaba frente a la televisión, mirando las noticias que mostraban el deterioro económico y social del país. Todos los días lo mismo, noticias de disturbios, manifestaciones violentas, atentados terroristas, cierre de escuelas y cada vez se hacía más general, el gobierno había sobrepasado sus límites y el pueblo estaba respondiendo como un anticuerpo reacciona frente a un antígeno.

Yo estaba amena a todo lo que estaba sucediendo, Tenía preocupaciones mayores en casa. Con Tom ya no intercambiábamos palabras, solamente miradas, de odio y desprecio. Nuestra relación ya no era igual a la de antes.
Todos los días antes de dormirme, volvían algunos recuerdos de cuando éramos novios. Todo era perfecto, él era muy caballero y me enamoraba cada día más.

En nuestro casamiento estaba embarazada de 3 meses, aunque a mi padre esto le molestó mucho, tuvo que aceptarlo. Yo sabía que Tom era el hombre perfecto para mí.

Hasta que finalmente llegó el día. Las contracciones comenzaron cuando estaba en la casa de mi hermana Betty. Era la menor de los tres, tenía solamente 28 años, se casó muy joven con tan solo 18, yo estaba recién en mi segundo mes de noviazgo con Tom.

Estábamos en el living de su casa, ella pasaba por un momento difícil de su relación. Un divorcio es una crisis familiar difícil de aceptar, pero yo estaba allí, para apoyarla.
La primer contracción llegó cuando estábamos sentadas en el sofá, Betty lloraba en mi hombro, yo le pasaba la mano por su suave pelo, ese pelo que siempre lo envidié, tan liso y sedoso, tenía un color castaño claro que cuando reflejaba el sol, lo dejaba con un aspecto dorado y brillante. Una vez cuando niña mis celos llegaron al límite, mientras Betty dormía me acerque con una tijera y comencé a cortarlo, lo dejé en muy mal estado, mis padres se enfadaron mucho y Betty nunca me lo perdonó. No me deja llegar muy cerca de su pelo desde entonces, pero su cabeza no estaba en situación de recordar todo esto.
En ese momento yo tenía 8 meses y medios recién cumplidos de embarazo. Había ido a todos los controles pre-natales, comía como un animal todo el tiempo y tenía nauseas diariamente.

De repente mi vientre se contrajo muy fuerte generando un dolor intenso. Mis dedos enredados en su pelo acompañaron el dolor. Tire tan fuerte de su pelo, que su grito se mezclo con mi gemido.

- ¡¡¡QUE HACES!!! – Gritó Betty muy fuerte, sin entender lo que realmente pasaba.

- Un…Una contracción – Dije, sosteniéndome la barriga.

- ¿Qué? ¿Ahora? – Betty no lo podía creer, me imagino le pasaron muchas preguntas por la cabeza, ¿por qué ahora?, ¿por qué en mi casa?

La segunda contracción llegó muy rápido y fue aún más dolorosa que la anterior. Su hijo mayor John apareció en la habitación muy asustado.

-¿Pasó algo? ¿Está bien la tía? – Preguntó al verme en posición fetal sosteniéndome con gran dolor el abdomen y viendo a su madre con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar. - ¿Por qué lloras mamá? ¿Qué pasó?

- Todo está bien hijo, tu tía esta por tener el bebé, ve a la cocina y trae la llave del auto. – Dijo Betty mientras se limpiaba las lágrimas y se acomodaba el mechón de pelo que le había tironeado.

- Ok – Dijo John acentuando con la cabeza y con cara de pánico.

Betty inmediatamente me llevó a su auto, me cargó a sus espaldas ya que me sentía débil y mis piernas no reaccionaban.

- John, cuida a tu hermana mientras llevo a tu tía al hospital. Sé que tienes fútbol pero ¿puedes faltar, solo por hoy?, por favor.

- Esta bien, mamá llamaré a papá para avisarle. – John estaba parado en el hall de la casa, sosteniendo un auto de juguete en la mano derecha, nunca lo soltó, quizás por lo rápido que sucedió todo o por los nervios no se dio cuenta.

- Llama… llama a Tom. Llama a Tom, él tiene que venir. – Le dije a mi hermana mientras ella abría la puerta del acompañante.

- Lo llamaré pero primero vamos al hospital.

Betty era enfermera sabía muy bien lo que hacía, cuando su familia pasó por una crisis económica, decidió ayudar a su marido, hizo un curso de enfermería en 6 meses el cual lo pasó con facilidad, era muy inteligente, mis padres tenían fe en que algún día ella podría convertirse en la profesional de la familia, pero su casamiento y luego sus dos hijos le impidieron toda clase de estudios.
Mientras ella trabajaba dejaba a John con solo algunos meses de vida, en casa de mis padres. Lo cuide hasta los 6 años, prácticamente lo crié, lo trataba como si fuera mío, lo llevaba a la escuela, le preparaba la comida e incluso muchas veces llegue a regañarlo por su forma hiperactiva de comportarse.
Después de que salieron de esa crisis y pudieron contratar una niñera, decidieron tener a Mía una niña que nació con trisomía 21, conocido más comúnmente como síndrome de Down, criar a un niño con esta enfermedad es muy complicado, pero Betty es una excelente madre y entregó su vida por esa preciosa niña. Me sentí vacía cuando ya no tenía a John para cuidar, pero para remediar hice una maldad, lo asumo. Comencé a no tomar las pastillas anticonceptivas para poder lograr un embarazo y así poder casarme con Tom y asegurar de una vez nuestra relación.

- Apúrate Betty, aghh… me está doliendo mucho.

- Calma, son solo contracciones, está todo bie…

-Ahaaa… - Mi grito interrumpió su frase tranquilizadora.

Ese Fiat Palio 2008 color rojo, que nunca me había gustado, estaba lleno de bolsas y papeles de golosinas en el piso, tenía en su interior una mezcla de olor a fritura y combustible, además iba tan acelerado como mis contracciones que ya estaban a un ritmo alarmante, no tenía descanso entre una y otra, incluso en un momento pensé en la posibilidad de que mi propia hermana, tendría que ser la que me ayudara con el parto en medio de la autopista.
Mis gritos eran incesantes, estaba agarrada al borde del asiento con tanta fuerza que creo que deje algunas marcas de uñas en el tapizado. Betty llamó al hospital donde trabajaba, era el más cercano a su casa.

- No, ¡¡¡diablos!!! .Vamos atiendan - Maldecía Betty a la contestadora electrónica.

Después de su tercer intento entró en comunicación con la telefonista. - Hola soy la enfermera Betty Williams, trabajo en ese hospital, estoy llevando a mi hermana, está en trabajo de parto, llego en 5 minutos, se llama Emma Williams y se atiende con el Dr. Davis. Si, ese mismo Brian Davis, ok. Ok. -(Corta la llamada)-Ya vamos a llegar, no te preocupes, ya nos están esperando.

En ese momento habíamos pasado 3 semáforos en rojo, recibimos unos cuantos insultos de los demás conductores, pero mis gritos no dejaban que el sonido externo se colara al interior del coche.

Su cara angelical comenzó a ponerse oscura de un momento a otro al ver que el asiento en el que estaba sentada, comenzó a teñirse de rojo oscuro. En ese momento presentí que algo malo estaba ocurriendo. Me dijo:

- No te preocupes todo está bien, es normal. Es la bolsa que se rompió, ya estamos llegando al hospital.

- Si - Trague saliva y con un nudo en la garganta le dije - Betty por… por favor no dejes que nada malo le pase a mi bebé.

- Jamás dejaré que le pase algo malo, a ninguno de los dos. -Sonrió

Sabía que me estaba mintiendo, lo podría ver en su cara, me crié con ella, pasé 18 años de mi vida compartiendo cuarto, sabía todos sus secretos, sus mentiras, sus amoríos a escondidas de papá y mamá. Conocía esa sonrisa, esa misma mirada de cuando me mintió de que no había sucedido nada entre ella y Mark nuestro vecino, del cual yo estaba muy enamorada, o como la vez que me dijo que no había probado ninguna de las drogas que sus amigas le habían ofrecido. Lo sabía y eso me ponía la piel de gallina.
Betty comenzó a acelerar, más y más  a un punto que me llegó a sorprender, la velocidad tomada por ese auto de aspecto tan desilusionador. La adrenalina de la velocidad mezclada con el dolor, y los nervios, fue sin dudas el peor coctel que probé hasta el momento.

Al llegar al hospital todo pasó muy rápido, no tengo muy claro los hechos, solo recuerdo haber entrando en una de las camillas, también recuerdo que todos corrían y gritaban, decían que había perdido mucha sangre, y que no sería un parto normal. En el instante que entré a la sala de parto, me desvanecí.
Según mi hermana estaba gritando y no llegué en ningún momento a desmayarme.
El doctor Davis frente a mí con su túnica llena de sangre fue la última imagen que tuve.

Escuche una voz interna aguda y fuerte me dijo “Despierta Em”, inmediatamente abrí los ojos, la luz entró por mis pupilas, causando gran impacto, eran como focos de luz cegándome en la oscuridad, me encontraba en una cama de hospital, pude ver una silueta al final de la cama, era Tom. Saque fuerzas y conseguí articular una palabra.

- Tom – Lo llamé con una voz muy débil.

- Hola, hola amor, por fin te despertaste. – Lo dijo con voz dulce, tenía su cara marcada por el borde metálico de la camilla, se hacían visibles unos ojos rojos hundidos en su demacrada cara, estaban rebordeados por unas ojeras grandes y oscuras.

- Hola - (sonreí) mirando a los lados de la cama dije- ¿Dónde está? ¿Dónde está mi bebé? - Mi voz continuaba frágil.

Tom solo me miró con una cara que aún no pude determinar, si era pena, tristeza, desespero o un poco de las tres. Simplemente se quedó mudo, en ese momento me di cuenta de la situación.

- ¿Dónde está? Tom, ¿Dónde…?

Sus lágrimas fueron como un balde de agua fía, sentía que mi mundo se derrumbaba. Me abrazó fuerte y dijo:

-Lo siento amor, lo siento.

El parto fue escandaloso se apresuró demasiado, algo malo sucedió, esa sangre yo sabía que no era natural, sabía que Betty me estaba mintiendo para
que no entre en pánico. Los médicos nunca supieron explicarme lo que pasó en realidad, me dijeron que no es muy común que ocurran cosas como estas, que quizás mi útero no está apto para albergar un bebé.

Inmediatamente entraron a la sala mis padres junto a Betty y Greg, mi hermano mayor que había viajado 630Km para llegar hasta allí.
Todos estaban destruidos, sus caras eran iguales a la de Tom, sus ojeras muy marcadas, ojos hundidos y rojos de llorar, cara de no haber descansado durante muchas horas.
Pasé 18 horas en estado inconsciente, para ese momento el cuerpo ya estaba en la morgue y le habían hecho la autopsia correspondiente, mi marido ya había arreglado todo los papeles y mis padres habían hablado con la empresa fúnebre.
Era un varón, me dejaron ver su cuerpo, dicen que es parte de la rutina, para que la madre en cierta forma no se sienta traicionada y vea lo que realmente pasó. Me dijeron que si no hacía esto, el trauma podría ser mayor.
Era obvio que quería ver a mi hijito pero, ¿Mayor que esto?, no me lo puedo imaginar.

Es horrible recordar todo esto, la muerte de un hijo es algo que ninguna madre debería sufrir, aunque nunca lo conocí en cierta forma, igual sentía que estuve toda la vida a su lado.
Dios…, pensar en todos los planes que tenía para él, verlo crecer, ver como se hace grande día a día, su cuartito ya pronto, toda esa ropita, los juguetes, esa cuna que la hizo su abuelo con tanto cariño, su nombre tallado en madera colgando en la puerta, Ben, mi querido Ben Williams Park.

Pensándolo bien puede que todo este tiempo me fije solo en mí, tal vez fui egoísta pensando en lo mal que me sentía y no reparé que Tom también estaba pasando por lo mismo. Pero necesitaba culpar a alguien, necesitaba sacar toda esta rabia que tenía en cima, este dolor que me acompañaba y que lo seguirá haciendo por el resto de mi vida.

Los días en esta casa se volvieron grises, el matrimonio se estaba destruyendo, pero pronto me iba a enterar que no era lo único que se estaba yendo al infierno.

Capítulo 2 - EL GOBIERNO MIENTE

“La gran masa del pueblo... puede caer más fácilmente víctima de una gran mentira que de una pequeña.”

Adolf Hitler




El dolor de cabeza al despertar, me decía claramente que el día no sería para nada alentador. El mismo dolor punzante que me acompañaba al menos dos veces a la semana después de todos los problemas. La luz que entraba por las ventanas solamente lo hacía más intenso.


Tome aire, me senté en la cama, pasé un rato en esa posición, como si eso solucionaría algo.


Me puse una blusa azul que la usaba siempre en casa, ya era vieja, pero muy cómoda, tenía un escote no muy brusco y sus mangas eran largas, excelente para la estación, jeans azul claro y un tenis deportivo que los había comprado hacía muy poco tiempo con la ilusión de comenzar a hacer deporte. Pensaba salir a correr con mi mejor amiga todas las mañanas, pero por múltiples razones simplemente lo postergaba.

Sentí voces en el piso inferior, se oían gritos de ovación y silbidos, sonreí ya que hacía mucho tiempo que no me levantaba con ese panorama. Tom los domingos se levantaba a las 8:00 para mirar los partidos de fútbol, nunca entendí esa manía de los hombres de pasarse 2 horas viendo como 22 hombres corren detrás de una pelota, si lo dejaba él se pasaría todo el día bebiendo cervezas y mirando la televisión. Incluso algunas veces lo sorprendí mirando partidos de torneos anteriores, partidos que ya tenían como mínimo 10 años de antigüedad, siempre se defendía, decía “ Estos partidos son la historia o esta fue la final que definió el campeonato del 98”, yo simplemente me reía.
Lo único que me consolaba de todo esto, era que él se distraía por un momento, su mente se apartaba de los problemas familiares, estoy segura de que si pasábamos todo el día mirándonos las caras, no dudaríamos en sacarnos los ojos.


Cuando entré al baño, vi que era un desastre, el piso estaba todo mojado, la toalla tirada en la esquina detrás de la puerta, su ropa sucia estaba sobre las toallas limpias. Exploté de enfado, pero mi cabeza ya era una catástrofe. Las punzadas se generaban a los lados de mi frente, así que, respiré suave y detenidamente. Me dije a mi misma: 


Calma, es solo secar, no voy a pelear hoy, déjalo con su estúpido partido.


Si hay algo que no soporto es el desorden y la suciedad, soy muy estricta en esos aspectos, soy todo lo contrario a mi hermana menor, esos días de vivir juntas por suerte habían terminado, los enfrentamientos diarios eran siempre por la misma razón, el desorden.



Baje por las escaleras y lo vi sentado en el sofá frente al televisor, en la mesa a su lado había dos botellas de cerveza vacías.


- ¿Que quieres de desayunar? – Me dijo mientras intentaba esconder con su brazo los envases vacíos.


- ¿Son las 9 de la mañana y todavía no desayunaste? – Mirando las botellas le dije –No es necesario escóndelas, ya las vi.


-Si las encontré en la heladera y bueno me las tomé antes de que te levantaras, pero se me pasó el tiempo mirando el clásico italiano. Mi picardía no me salió bien (sonrió).


Mi cara no aceptó la broma, simplemente mostré indiferencia.



-¿Quieres que prepare algo? – agregó.


Dirigiéndome a la cocina dije -Vamos cariño, ¿Crees que no puedo preparar unos cereales para los dos? no seas payaso Tom.



-Como nos levantamos hoy eh… (Ironizo)


El teléfono del estudio sonó, Tom se paró y dijo -Yo voy.


Antes de levantarse Tom cambió el canal, quizás porque no quiso esperar a que yo comenzara a pelear por ese tema, simplemente lo hizo sin más. Puso un canal de noticias, estoy segura que presionó el primer botón que vio.

Camine hacia la barra puse los cereales y los 2 platos en la mesa, comencé a mirar lo que la chica de las noticias decía: “Los disturbios comienzan a aumentar a medida que también lo hace la presencia militar”. Mostraron algunas imágenes donde se encontraban militares acordonando zonas y custodiando edificios importantes. Estaban evacuando algunos lugares públicos donde se habían comunicado posibles atentados. Los más comprometidos parecían ser los estados de Georgia, Alabama y Misisipi. Inmediatamente comenzó un comunicado del ministro de defensa, explicó que por el momento tenían bajo control, "Los ciudadanos no tienen nada que temer, ya lo tenemos controlado, pronto solucionaremos esto.”


Parecía ser que estaba obligado a decir eso, porque su cara decía todo lo contrario, mostraba mucha inseguridad.

Después de eso siguieron con el tema, dijeron “A los compañeros de producción les acaba de llegar un archivo de vídeo, generosidad de la cadena BBC, es muy fuerte se recomienda discreción...”



Tom apagó el televisor y comenzó a hablar -Me llamó el capitán Johnson, ¿te acuerdas de él?

-Sí, ¿Qué dice? –pregunté, mirando la tele y con ganas de seguir informándome sobre lo que estaba ocurriendo en el país.

-Me llamó para avisar que mañana ingreso más temprano que de lo normal. Parece que se les fue un poco de las manos la situación.

-¿A que situación te refieres Tom?.

- Parece que los disturbios siguen creciendo, anoche intentaron asesinar a un general de la naval, se cree que los rebeldes se están organizando cada vez más, pretenden controlar la situación antes de que se salga de sus manos.


-¿Crees que llegarán aquí?- Pregunté asustada.


-No lo creo, seguro deben tener controladas y custodiadas las salidas de los estados rebeldes. Quieres ir a comprar provisiones, así mañana no vas sola, ¿te parece?.


Subimos a nuestro auto era un Ford Fiesta 1.6 del año 2009, color negro. Fue un regalo de bodas de los padres de Tom, ellos eran muy amables conmigo, pero vivían en Kentucky, lográbamos verlos solamente una vez al año, la última vez que los vi fue en el funeral de mi pequeño, desde ese momento hasta hoy solo intercambiamos llamadas telefónicas.


Llegamos al supermercado, estaba con más gente de lo normal, pero todos actuaban con normalidad, a pesar de todo el pesado ambiente por el que estábamos viviendo. Pensando a futuro comenzamos a comprar alimentos con larga duración de vencimiento, para prevenir en caso de que los problemas se trasladaran a nuestro estado, en ese caso todo sería más difícil.

Cuando llegamos a la caja esta tenía una fila larga de al menos 12 personas con muchos productos, nosotros estábamos en el decimotercero lugar, un largo tiempo de espera.

-¡¡¡CAJA LIBRE!!!- ese grito llenó cada rincón del supermercado, todos reaccionaron sin dudar, me pareció conocida la voz en el instante que la oí. Generó una reacción en cadena, una señora mayor de metro y medio de altura fue la única que pudo llegar antes que nosotros, incluso en la parte trasera ocurrieron algunas discusiones por los lugares.

El cajero era un amigo nuestro, Jimmy un chico de 23 años que trabajaba para poder irse a Nueva York y así poder acabar sus estudios ya que su madre no podía sustentarlo económicamente, y su padre no daba importancia a la familia. Es un buen chico, lucho  toda su vida, la muerte de su abuelo en un accidente automovilístico cuando tenía solamente 7 años perjudico su inocencia.
El abuelo de Jimmy, llamado Greg iba por la autopista William Penn Hwy Nº 22, en el carril de alta velocidad, llevaba a Jimmy en el asiento del acompañante, se dirigían a una casa de campo que tenían a las afuera de la ciudad, iban a unos 120km/h.
Una de las ruedas del choche explotó, haciendo que Greg perdiera el control del vehículo. El auto choco contra la barra de contención, y dio muchas vueltas antes de quedarse destruido en medio de la autopista.
Jimmy estaba muy herido pero consiguió salir por la ventana trasera, su abuelo permanecía inconsciente dentro del auto, el choque hizo que el tanque se rompiera y este comenzó a derramar combustible.
Jimmy tuvo que presenciar como su abuelo por parte de madre moría calcinado dentro  del auto, estoy segura que lamentablemente esas imágenes jamás se borrarán de su memoria.

Tengo vagos recuerdos de su madre llegando todas las mañanas cargando a su niño en la parte delantera de la bicicleta. Trabajaba en la casa de mis padres de 8:00 a 16:00, limpiaba la casa de punta a punta y hacía unas comidas exquisitas. Su hijo entraba a la escuela a las 9:00, para ahorrarle tiempo era yo quien lo llevaba, no me importaba ya que en esa época tenía el mismo horario de entrada al instituto, quedaba a dos cuadras solamente de distancia.

Nunca me olvidaré de una charla que tuvimos un día camino a la escuela, fue un viernes, hacía dos semanas solamente cumplidas después de aquel trágico accidente, la recuerdo como si fuera hoy. Me dijo:

-Em, ¿crees en los angelitos?- pregunto mientras caminaba agarrado de mi mano y miraba el suelo.

-Sí, claro que creo, ¿Porqué lo preguntas?

-Mi mamá me dijo que mi abuelito se fue al cielo y que ahora él era un angelito. – su voz era tan tierna como una melodía.

-Yo también creo que él está en el cielo, desde allá él te manda besos y abrazos todos los días.- La respuesta que di no fue muy inteligente pero su pregunta me dejo bloqueada y no pude en ese momento pensar en algo mejor.

-Em estaba pensando si… -El silencio que se generó fue lo que me hizo fijar la atención en lo que decía, sin duda quería decir algo pero no se animó.

-Si Jimmy, continúa.

-El otro día vi en la tele que un papá mató a toda su familia y después se disparó porque quería que estén todos juntos en el cielo. Estaba pensado… si mamá y yo nos matamos. ¿Vamos a estar junto a mi abuelito?

Termino de decir eso y levanto su carita frágil, me miró fijo a los ojos por unos segundos. Quedé en estado de shock no sabía cómo reaccionar, las palabras que salieron de su boca, se repetían en mi cabeza una y otra vez. Mi corazón se aceleró y mi presión bajo repentinamente, no fui capaz de articular ninguna palabra.

Caminamos en silencio hasta la entrada de su colegio, lo miré a los ojos y le dije-Tú y mamá tienen que quedarse aquí, porque de esa forma él puede ayudarlos desde arriba, aunque lo extrañes mucho no es necesario que tengas que encontrarte con él ahora, algún día llegará el momento, mientras tanto debes quedarte, para cuidar a tu mamá, a mí e incluso a tu padre, ¿ok?.

Jimmy asintió con la cabeza, sus ojitos se llenaron de lágrimas pero hizo fuerza para no llorar.

Cuando entraba al colegio lo llamé y le dije: -No vuelvas a repetirle a nadie lo que me dijiste ¿ok?, va a ser nuestro pequeño secreto.

-Sí - Me dijo con una sonrisa en su cara.

Ese día no llegue al instituto me quedé sentada en un banco de una plaza llorando y pensando todo lo sucedido. Me di cuenta de cuánto daño puede causar a un niño sufrir una tragedia como esas, llegar a pensar en suicidio con solo 7 años, alteró mucho mi forma de pensar. Desde ese momento agradecía a Dios todos los días por permitirme tener a todos mis familiares a mi lado.

Después de que la señora mayor fue despachada con toda la amabilidad que Jimmy siempre atendía, pasamos al frente, sonrió al vernos.

-Hola Em, hola Sr. Park.

-Jimmy solo dime Tom, ya somos amigos.-Tenía razón ellos se llevaban muy bien. Por casualidad Tom tenía solamente 8 amigos y muchas veces tenía que  invitar a Jimmy para que formara parte de su equipo de fútbol 5.

-Perdón (sonrió), pero… ¿Para qué tanta comida?, el Gobierno dijo que todo está controlado, ¿No lo escucharon?

- Si pero parece que se complicó un poco, ahora están diciendo que por precaución debemos hacer las compras ahora, ya que si llega a pasar algo los lugares como estos van a estar sobre poblados. - Respondió Tom.

-Bueno eso tiene mucho sentido, espero que no sea cierto sino tendré que trabajar el doble – dijo Jimmy mientras pasaba las latas por el lector.
Todavía estaba concentrada en las compras, ni me di cuenta que Tom y Jimmy estaban hablando. Quise participar.

-¿Cómo está tu madre?, ¿Mejoró con las pastillas que le dí? – pregunté.

-Si está mucho mejor, la gripe ya se le fue, menos mal ya me tenía cansado, se pasaba todo el día estornudando.
Comenzamos a reírnos, Jimmy era muy simpático y verlo como había crecido me daba alegría, es impresionante como pasan los años. Parece como si fuera ayer cuando este chico era solo un niño y se pasaba el día jugando con Betty (mi hermana) y conmigo. Se crió junto a nosotros era como un hermano más.

Su supervisor vio como hablábamos mientras él nos atendía, era una de esas personas que por tener un puesto un poco superior a otras se creen que son el centro del mundo y pueden tratar mal a todo lo que esté por debajo de él. Con cara de enfado dijo:

-Vamos Jimmy no es hora de socializar hay mucha gente en la fila, hace una semana que estas aquí y ya es la tercera vez que te lo advierto.

-Es mejor que se vayan antes de que me corran. – dijo Jimmy en tono de broma.

Cargamos todas las bolsas en la valija del auto, eran demasiadas así que algunas las tuvimos que poner en el asiento trasero.

Cuando subimos al auto, Tom me miró y me besó por un largo rato algo andaba mal en él, quizás por la llamada que había recibido, algún dato que no me había dicho lo estaba preocupando.

El camino de vuelta fue silencioso, solo se escuchaban el ruido de las bolsas de compras sacudidas por el viento que entraba por la ventana de Tom.

Llegando nos encontramos con una caja grande justo delante de la puerta, en ella decía Soldado de primera clase Tom William E., nuestra dirección y algunos datos numéricos que no supe identificarlos.
Tom se sorprendió al verla, y tratando de disimular abrió la puerta y la empujó con el pie para adentro.

-¿Que es eso Tom?- Pregunté curiosa a la vez que asustada.

-Nada son cosas que me mandaron para mañana. Ven ayúdame a bajar las bolsas.

De vuelta en la cocina aquella caja de color marrón oscuro con letras rojas muy llamativas seguía sobre la mesa, la mirábamos de reojo cada vez que pasábamos a su lado mientras seguíamos descargando las compras.

-Em, tráeme un cuchillo, hay que abrir esto. – dijo mientras la señalaba y colocaba las dos bolsas restantes sobre la mesada.

La abrimos con cuidado, parecía no tener fondo comenzamos sacando una pistola Beretta 9 mm, un uniforme raro, color amarillo como los que estaban vestidos los militares en la televisión, y unos sobres con instructivos sobre como ponerse el mismo.

Asombrada pregunté- ¿porque tienes que usar eso?
Me respondió - No lo sé, pero lo bueno es que te puedo dejar la pistola.




-Un momento ¿DIJISTE DEJAR? -así es, me estaba abandonando una vez más, no lo podía creer comencé a gritarle descontrolada - ¿OTRA VEZ?, te vas sin más,¿a donde te van a mandar? ¿por qué no me dijiste desde un principio que tenías en mente hacer esto?, no me quieres, nunca lo hiciste, siempre cuanto te necesito te largas y me dejas sola sufriendo y llorando todo el día.


-Están necesitando a todos los militares en servicio, los llamados comenzaron  ayer, hoy ingresaron 12 batallones nuevos y el mío esta en esa lista, a cambio me pagarán muy bien.

-¡¡¡DINERO!!!, ¿Es por eso?, ¿te importa más el dinero que quedarte conmigo?

-¿Por qué crees que me voy a cumplir esta misión?, es para la seguridad de la sociedad, para tú seguridad, viste como están esas zonas, ¿quieres que se haga general?

-¡¡¡VETE!!!, ve con tus superiores y amigos de una vez por todas, déjame una vez más, ¡¡¡VETE!!!. – Comencé a llorar sentada en una de las sillas del comedor, las lágrimas comenzaron a caer sobre la mesa, estaba desamparada, mi vida parecía un dejavu. Estaba segura de que ya había pasado por esa situación un par de veces.

Tom quedo sentado en una silla frente a mí, en silencio solamente observaba como lloraba, no dijo ni una palabra. Eso me enfado porque esperaba que respondiera para poder seguir gritando y sacarme todo ese dolor e ira que me recorría por las venas, pero se quedó ahí, mirándome con cara de tristeza.

Después de un lago rato en silencio se levanto y dijo -Mañana por la mañana me pasan a buscar. Perdón pero me tengo que ir....

Capítulo 3 - LO HAGO POR TÍ



“En la amistad y en el amor se es más feliz con la ignorancia que con el saber”

 William Shakespeare


Levanté la cabeza y lo vi de espaldas caminando por el pasillo que comunicaba la cocina con el comedor, estaba tan guapo con un buzo negro manga corta ajustado al cuerpo y un pantalón deportivo gris claro que le había comprado muy barato en una tienda del centro de la ciudad. Tenía un corte de pelo militar, más corto a los lados que en el centro, ese pelo rubio que hace mucho tiempo supo ser largo, no demasiado pero lo suficiente para cubrir sus orejas, hacía una perfecta combinación junto a sus ojos azules claros, heredados de su abuelo paterno.
Tom espera, tenemos que hablar, prometo tranquilizarme, pero tienes que explicarme que debo que hacer. – dije esto mientras me secaba las lágrimas con las manos.
                                                                                                              
Amor, solo mantén la calma, quedarte aquí en casa, nada más - Su voz estaba entrecortada, prácticamente no podía hablar, sin duda la discusión lo había dejado muy mal.

Está bien explícame, ¿por qué dejarme sola en medio de esto? – al decir eso nuestros ojos se encontraron en una lucha, nos mirábamos fijamente sin siquiera pestañear.





-El capitán me preguntó si estaba dispuesto a protegerte. Le respondí que sí, que tu eres mi vida y haría cualquier cosa para mantenerte a salvo.

-¿Qué personas importantes? – Pregunté interrumpiéndole su explicación 

-No sé, no me dijo, creo que gente del gobierno, el punto es que tengo que hacer eso sí o sí. Quiero evitar a toda costa que estos problemas en un futuro nos afecte a nosotros, ¿me entiendes?, lo único que tienes que hacer es quedarte aquí en casa y yo volveré por ti.- Me sujeto fuerte la cara con sus dos manos me dio un beso en la frente y dijo - Te lo prometo.



Sí a las 8:00 en punto, un transporte del ejército pasará por mí – Respondió mientras miraba todas las bolsas de compra, quiso cambiar de tema – ¿Me ayudas a guardar todo eso?

Comencé a llorar, obviamente las cosas no iban bien entre nosotros desde que volvió, a veces me preguntaba qué clase de cosas horribles tuvo que pasar fuera de nuestro país. Nunca me habló al respecto, siempre intentaba evitar el tema, yo siempre lo respete en ese aspecto, jamás insistí.
Desperté y Tom seguía a mi lado me quede mirándolo, parecía un angel durmiendo.
Lloré mucho antes de que él despertara, observé sobre su hombro y vi el reloj que estaba sobre su mesa de luz, eran las 6:45, ya casi era su hora de partir.
Me di vuelta hacia el otro lado rápido por el enfado, sentí sus pasos hacia el baño. Me quede pensando, aún no aceptaba la idea pero sabía que era lo mejor para los dos, escuché como abría la ducha.

La frase “Te amo Em, desde siempre y para siempre, tu sabes que esto, lo hago por ti” fue lo último que escuche salir de su boca.
Me dijo que todo se está saliendo de control, las barricadas montadas en algunas zonas ya no pueden aguantar más, los soldados que están en acción no son suficientes, necesitan más gente, me necesitan. Lo único que debo hacer es escoltar a unas personas importantes a una base militar o algo así, luego ya estaré libre para volver aquí, vamos a….

Tenía muchas preguntas en mi cabeza, pero mi cerebro no logró procesar todas a la vez.

Tom suspiró, bajo su mirada y me respondió con una voz tenue –Las cosas se pusieron muy drásticas. Creo que están cerrando rutas y no están dejando a nadie circular libremente. Creo que encerraron a la gente de esos estados para que los disturbios no se expandan.

-¿Los están aislando?

Solamente asintió con su cabeza mientras me miraba fijamente.- Em, no quiero que esa gente salga herida, nunca le haría daño a nadie, sabes que no soy así.-No entendí porque pensó que lo estaba juzgando, quizás por algún gesto que hice mientras me explicaba el motivo de su viaje.
La situación en la que se encontraban los soldados era obvia, la única forma de poner a salvo sus familias era cumpliendo esa misión. Y pensar que todo había nacido con apenas protestas pacíficas sobre el deterioro de la economía, la falta de atención pública, ahora ya estaba totalmente fuera de control. Utilizar militares para controlar al pueblo rebelde, a lo largo de la historia este comienzo no suele tener finales felices.
Así nos quedamos por unos minutos sentados mirando al vacío sin decir una palabra, se escuchaba el ruido de los motores de los autos pasando por la calle, también se escuchaban a los pájaros cantando en nuestro jardín. Hasta Ally nuestro perro estaba en silencio, la casa entera era una tumba.

Después de unos cuantos minutos rompí el silencio - ¿Me dijiste que te pasan a buscar mañana por la mañana verdad?

Pero el mayor motivo de nuestras peleas se formaba en torno al tema de la muerte de nuestro hijo y al enterarnos después que no podría tener otro bebé. A pesar de todo lo amaba, Dios yo lo amaba y estoy segura de que él sentía lo mismo por mí.
Me propuso la adopción en un momento, tomé esa opción como un insulto, recién habíamos perdido a nuestro hijo y él quería adoptar a otro para que ocupara su lugar, tuvimos una dura pelea respecto a este tema. Pasamos una semana sin siquiera mirarnos, el tiempo pasó y llegó el día que me informó que se iba, me dijo que era lo mejor para los dos, apartarse uno del otro, ya que lo sucedido nos estaba haciendo mucho daño.No le gustaba verme llorar, después de todo lo que pasamos juntos me seguía haciendo daño, queriendo o no.

Se paró y me abrazo fuerte -Te amo y siempre lo hice, nunca pienses lo contrario, pero debes entender, todo es para tu seguridad y por nadie más, no por esas personas, ni por el dinero, lo hago porque realmente te amo y si alguna vez pensaste lo contrario es por mi culpa, después de lo sucedido con nuestro hijo, las peleas con tu padres, nuestras peleas, fue porque no sabía cómo actuar, cada decisión que tomaba te hacía cada vez más daño y eso era lo que me destrozaba, pero Em escucha esto ¡TE AMO!, y haré todo, absolutamente todo para que estés a salvo.

Ese día nos fuimos a dormir muy tarde, estábamos los dos acostados en la cama, cada uno mirando para el lado opuesto, pasé muchas horas con los ojos abiertos y pensando en todo lo que había pasado ese día, pero no dijimos ninguna palabra, sé muy bien que él se encontraba igual de perturbado, podía notarlo en su respiración, simplemente no podíamos dormir.
Mi vida ya era un desastre ¡rayos! yo lo necesitaba, pero él quería hacer lo mejor para mi, de inmediato pensé es solo una semana hemos pasado más tiempo distante, tengo que ser fuerte, al menos por esta vez.
Suspire e intenté ponerme fuerte, comencé a acariciarle su mejilla suavemente, su cara estaba áspera, su barba estaba descuidada, aunque no estaba larga, él nunca se la había dejado así, siempre la tenía al ras.
Abrió sus hermosos ojos, estaban más celestes que de costumbre, quizás por la estación en la que nos encontrábamos. Sonriendo le dije –Hola dormilón.

-Hola amor-me dio un beso y me abrazó muy fuerte, quedamos así por un largo rato, incluso en un momento llegué a conciliar el sueño nuevamente.

RIIINGGGG!!!! – Comenzó a sonar la alarma de su despertador, un ruido que retumbó por toda la silenciosa casa, mi corazón se aceleró al escuchar ese sonido, en mi estómago se formó un nudo. Ese maldito sonido era el que avisaba, que mi amor se iba, me dejaba sola, una vez más.

Pase 5 minutos inerte en la cama, no me movía, no pensaba, no hacía nada solo respiraba, salí del cuarto y directo a la cocina, quedé a mitad de escalera, mire hacia arriba sonreí y volví a subirla.
Entré al baño, el vapor se apoderaba de casi todo el ambiente, su figura se notaba a través del vidrio, mientras me sacaba el pijama me dijo- ¿Por qué te demoras tanto?- abrí la mampara y ahí estaba, perfecto como siempre, aprovechamos lo poco que nos quedaba de tiempo, fue hermoso pocas veces hicimos el amor de manera tan especial.

Mientras se ponía su uniforme, yo me vestía sentada en la cama.

-¿Tu lo ambas? Digo, ¿Tú amabas a nuestro bebé?

-¿Lo dices en serio? -Me miro muy fijo

-No demostraste nada cuando falleció, solamente  quedaste mudo y pensativo.

-No seas así Em, por Dios era mi hijo obvio que lo amaba, no me viste sufrir porque no podía ser débil, no en ese momento, lo hice para darte apoyo, pero por dentro estaba destruido, tu sabes muy bien eso.- siguió mirándome con rabia por un momento cuando salió del cuarto golpeó la puerta con fuerza.
Ya eran las 8:10 y todavía no pasaban a buscarlo, estaba nervioso, había arreglado su equipaje tres veces, revisaba su equipo una y otra vez.

Yo estaba sentada en la mesa mirando al vacío, revolviendo el café con la cuchara. Pero el momento llegó, sonó el timbre.

-Llegaron – dijo Tom saltando de la silla rápidamente.

Cargó todo su equipaje al camión, había al menos unos 20 soldados dentro, se dio vuelta y me miró con angustia mezclada con amor, me beso como cuando me propuso matrimonio y me abrazo. Hablándome al oído muy suave dijo - Volveré por ti en exactamente 1 semana, pasará muy rápido ya verás, antes de que comiences a extrañarme ya voy a estar aquí.
Fue como si no escuchara nada, solo sentía sus brazos rodearme con fuerza, cerré mis ojos y por unos segundos volé a un lugar lejano, un lugar especial, muy calmo, no habían preocupaciones, no habían problemas, solo nosotros dos.
Parada en la vereda con los ojos cargados y una lágrima corriendo por mi mejilla, con sabor amargo en mi boca reseca y un frío que corría por mi espalda, lo despedí.

La última imagen que tengo de él, es verlo sentado en medio de muchos otros, sus ojos estaban fijos a los míos, brillaban celestes color cielo en un entorno gris, con una sonrisa mal dibujada en su cara pálida como el papel.